Navidad en clave sinodal
Modo de hacerlo: como cada año, en familia, con amigos, con los vecinos, en la Parroquia, nos reunimos alrededor del pesebre. El Papa Francisco escribió en diciembre del 2019: “El hermoso signo del pesebre, tan estimado por el pueblo cristiano, causa siempre asombro y admiración. La representación del acontecimiento del nacimiento de Jesús equivale a anunciar el misterio de la encarnación del Hijo de Dios con sencillez y alegría. El pesebre, en efecto, es como un Evangelio vivo, que surge de la Sagrada Escritura. La contemplación de la escena de la Navidad, nos invita a ponernos espiritualmente en camino, atraídos por la humildad de Aquel que se ha hecho hombre para encontrar a cada persona” (n. 1).
- Entonces este año 2022, cuando toda la Iglesia está en camino sinodal, invitamos a todos los creyentes a “sentir con la Iglesia” (la expresión es de San Ignacio de Loyola, escrita al final de los Ejercicios Espirituales: “Sentir es discernir, comprender, percibir la voluntad de Dios en el plano salvífico y querer gozosamente acomodarse a él”).
- El camino sinodal se inició en el 2021, continúa y continuará siempre, porque caminar juntos es la manera propia de ser Iglesia. Es la gran invitación que nos hace el Papa Francisco. Se ha cumplido la fase diocesana (escuchar y recoger lo que el Pueblo de Dios ha expresado). Ha comenzado la fase continental (el discernimiento entre todos, pastores y fieles), la fase universal (o celebrativa, será en el mes de octubre 2023), le seguirá la fase operativa.
- El domingo 16 de octubre, después del rezo del Angelus el Papa Francisco anunció que en el “Proceso sinodal no hay que tener prisa, por eso establezco que haya dos momentos o sesiones: una en octubre del año 2023 y otra en octubre del año 2024”. De esa manera el Papa Francisco señala un caminar continuo de toda la Iglesia. No un acto aislado y temporal en la historia eclesial.
- Además, el 27 de octubre se publicó el documento para la fase continental del Sínodo. Allí se presenta una imagen bíblica muy importante: la imagen de la tienda (Isaías 54,2). También se puede usar ese documento para las consideraciones de cada día de la Novena.
- Esta navidad en clave sinodal está propuesta para que alrededor del pesebre, oremos, contemplemos, sintamos con la Iglesia y continuemos caminando juntos en una Iglesia que escucha, que es misericordiosa, que acompaña, que celebra la fe comunitaria e invita a todos a construir el Reino de Dios.
- Hacemos las oraciones que desde pequeños aprendimos, no por mera repetición sino con sentido de hoy: “Jesús Mesías es el mismo hoy que ayer y será el mismo siempre. No se dejen arrastrar por doctrinas complicadas y extrañas, lo importante es fortalecerse interiormente por gracia y no con prescripciones alimenticias, que de nada valieron a los que las observaban” (Hebreos 13, 8). Para cada día proponemos un “frase sobre la sinodalidad”, o un pasaje bíblico que pueden ampliarse haciendo “eco” entre todos los presentes de esta realidad eclesial de hoy.
- Los villancicos y todas las oraciones de la Novena nos ayuden pues este año 2022 a seguir creciendo en la fe.
Oración para todos los días
Benignísimo Dios de infinita caridad, que nos has amado tanto y que nos diste en tu hijo la mejor prenda de tu amor, para que hecho hombre en las entrañas de una virgen naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio. Yo, en nombre de todos los mortales, te doy infinitas gracias por tan soberano beneficio.
En retorno de él te ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de tu hijo humanado, y te suplico por sus divinos méritos, por las incomodidades en que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, dispongas nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido y con tal desprecio de todo lo terreno, que Jesús recién nacido, tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén.
Oración a la Santísima Virgen María
Soberana María que por tus grandes virtudes y especialmente por tu humildad, mereciste que todo un Dios te escogiera para madre suya. Te suplico que tú misma prepares y dispongas mi alma y la de todos los que en este tiempo hagan esta novena, para el nacimiento de tu adorable Hijo.
¡Oh dulcísima madre! Comunícame algo del profundo recogimiento y divina ternura con que le agradaste tú para que nos hagas menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.
Se reza el Avemaría.
Oración a San José
¡Oh Santísimo José! Esposo de María y padre putativo de Jesús. Infinitas gracias doy a Dios porque te escogió para tan altos ministerios y te adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza. Te ruego por el amor que le tuviste al divino niño, me abraces en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente mientras en su divina esencia le veo y le gozo en el cielo. Amén.
Se reza el Padrenuestro, el Avemaría y el Gloria.
Oración al niño Jesús
Acuérdate ¡Oh dulcísimo Niño Jesús! que dijiste a la venerable Margarita del Santísimo Sacramento, y en persona suya a todos tus devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia, y nada te será negado”.
Llenos de confianza en Ti ¡Oh Jesús, que eres la misma verdad! venimos a exponerte toda nuestra miseria. Ayúdanos a llevar una vida santa, para conseguir una eternidad bienaventurada.
Concédenos, por los méritos infinitos de tu Encarnación y de tu infancia, la gracia, de la cual necesitamos tanto. Nos entregamos a ti ¡Oh Niño omnipotente! seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza, y de que en virtud de tu divina promesa, acogerás y despacharás favorablemente nuestra súplica. Amén.
Se reza el Gloria.
Viernes
16 de diciembre
Lectura del
santo evangelio según san Juan (5,33-36):
En aquel tiempo, dijo
Jesús a los judíos: «Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él ha dado
testimonio en favor de la verdad. No es que yo dependa del testimonio de un
hombre; si digo esto es para que vosotros os salvéis. Juan era la lámpara que
ardía y brillaba, y vosotros quisisteis gozar un instante de su luz.
Pero el testimonio que
yo tengo es mayor que el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido llevar
a cabo, esas obras que yo hago dan testimonio de mí: que el Padre me ha
enviado».
Palabra del
Señor
Consideración: Después de las oraciones propias para todos los días,
y antes de los gozos, se lee el siguiente texto del Papa Francisco sobre el
pesebre: “El pesebre es desde su origen franciscano una invitación a “sentir”,
a “tocar” la pobreza que el Hijo de Dios eligió para sí mismo en su
encarnación. Y así, es implícitamente una llamada a seguirlo en el camino de la
humildad, de la pobreza, del despojo, que desde la gruta de Belén conduce hasta
la cruz. Es una llamada a encontrarlo y servirlo con misericordia en los
hermanos y hermanas más necesitados (Mateo 25, 31-46).
Se puede hacer un breve
diálogo o también guardar un poco de silencio para meditar ese pasaje. Luego se
continúa como de costumbre.
Sábado 17 de diciembre
Lectura del santo evangelio según san Mateo
(1,1-17):
Libro del origen de Jesucristo, hijo de David, hijo de
Abrahán.
Abrahán engendró a Isaac, Isaac engendró a Jacob,
Jacob engendró a Judá y a sus hermanos. Judá engendró, de Tamar, a Farés y a
Zará, Farés engendró a Esrón, Esrón engendró a Aran, Aran engendró a Aminadab,
Aminadab engendró a Naasón, Naasón engendró a Salmón, Salmón engendró, de Rajab,
a Booz; Booz engendró, de Rut, a Obed; Obed engendró a Jesé, Jesé engendró a
David, el rey.
David, de la mujer de Urías, engendró a Salomón,
Salomón engendró a Roboán, Roboán engendró a Abías, Abías engendró a Asaf, Asaf
engendró a Josafat, Josafat engendró a Jorán, Jorán engendró a Ozías, Ozías
engendró a Joatán, Joatán engendró a Acaz, Acaz engendró a Ezequías, Ezequías
engendró a Manasés, Manasés engendró a Amós, Amós engendró a Josías; Josías
engendró a Jeconías y a sus hermanos, cuando el destierro de Babilonia.
Después del destierro de Babilonia, Jeconías engendró
a Salatiel, Salatiel engendró a Zorobabel, Zorobabel engendró a Abiud, Abiud
engendró a Eliaquín, Eliaquín engendró a Azor, Azor engendró a Sadoc, Sadoc
engendró a Aquín, Aquín engendró a Eliud, Eliud engendró a Eleazar, Eleazar
engendró a Matán, Matán engendró a Jacob; y Jacob engendró a José, el esposo de
María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.
Así, las generaciones desde Abrahán a David fueron en
total catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y desde
la deportación a Babilonia hasta el Cristo, catorce.
Palabra del Señor
Consideración: Después de las oraciones propias del comienzo de la
novena se lee este texto del Papa Francisco: “El Espíritu Santo nos guiará y
nos dará la gracia para seguir adelante juntos, para escucharnos recíprocamente
y para comenzar un discernimiento en nuestro tiempo, siendo solidarios con las
fatigas y los deseos de la humanidad. Reitero que el Sínodo no es un
parlamento, que el Sínodo no es un sondeo de opiniones; el Sínodo es un momento
eclesial, y el protagonista del Sínodo es el Espíritu Santo. Si no está el
Espíritu, no habrá Sínodo” (discurso el 9 de octubre del 2021 al comenzar el
proceso sinodal).
Breve comentario de quien preside la novena, o un poco
de silencio meditativo. Siguen los gozos de la novena.
Domingo 18 de diciembre
Lectura del santo evangelio según san Mateo
(1,18-24):
El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María,
su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella
esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y
no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto.
Pero, apenas había tomado esta resolución, se le
apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no
tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella
viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús,
porque él salvará a su pueblo de los pecados.»
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que habla
dicho el Señor por el Profeta: «Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo
y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa «Dios-con-nosotros».» Cuando
José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a
casa a su mujer.
Palabra del Señor
Consideración: Terminadas
las oraciones introductorias, la consideración para este tercer día es escuchar
de nuevo al Papa Francisco: “Hay tres oportunidades para seguir en este proceso
sinodal: La primera es la de encaminarnos no ocasionalmente sino
estructuralmente hacia una Iglesia Sinodal; un lugar abierto, donde todos se
sientan en casa y puedan participar. El Sínodo también nos ofrece la
oportunidad para ser Iglesia de la escucha. Escuchar el Espíritu en la
adoración y en la oración. ¡Cuánto nos hace falta hoy la oración de adoración!
Por último, tenemos la oportunidad de ser una Iglesia de la cercanía. Volvamos
siempre al estilo de Dios, el estilo de Dios es cercanía, compasión y ternura.
Dios siempre ha actuado así” (del discurso de apertura el 9 de octubre del
2021).
En este día, ante el pesebre, se puede hacer el
ejercicio de la oración de adoración. Guardar un momento prolongado de
silencio. Siguen los gozos de la novena.
Lunes 19 de diciembre
Lectura del santo evangelio según san Lucas
(1,5-25):
En los días de Herodes, rey de Judea, había un
sacerdote de nombre Zacarías, del turno de Abías, casado con una descendiente
de Aarón, cuyo nombre era Isabel.
Los dos eran justos ante Dios, y caminaban sin falta
según los mandamientos y leyes del Señor. No tenían hijos, porque Isabel era
estéril, y los dos eran de edad avanzada.
Una vez que Zacarías oficiaba delante de Dios con el
grupo de su turno, según la costumbre de los sacerdotes, le tocó en suerte a él
entrar en el santuario del Señor a ofrecer el incienso; la muchedumbre del
pueblo estaba fuera rezando durante la ofrenda del incienso.
Y se le apareció el ángel del Señor, de pie a la derecha
del altar del incienso. Al verlo, Zacarías se sobresaltó y quedó sobrecogido de
temor.
Pero el ángel le dijo:
«No temas, Zacarías, porque tu ruego ha sido
escuchado: tu mujer Isabel te dará un hijo, y le pondrás por nombre Juan. Te
llenarás de alegría y gozo, y muchos se alegrarán de su nacimiento. Pues será
grande a los ojos del Señor: no beberá vino ni licor; estará lleno del Espíritu
Santo ya en el vientre materno, y convertirá muchos hijos de Israel al Señor,
su Dios. Irá delante del Señor, con el espíritu y poder de Elías, “para
convertir los corazones de los padres hacía los hijos”, y a los desobedientes,
a la sensatez de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto».
Zacarías replicó al ángel:
«¿Cómo estaré seguro de eso? Porque yo soy viejo, y mi
mujer es de edad avanzada».
Respondiendo el ángel, le dijo:
«Yo soy Gabriel, que sirvo en presencia de Dios; he
sido enviado para hablarte y comunicarte esta buena noticia. Pero te quedarás
mudo, sin poder hablar, hasta el día en que esto suceda, porque no has dado fe
a mis palabras, que se cumplirán en su momento oportuno».
El pueblo, que estaba aguardando a Zacarías, se
sorprendía de que tardase tanto en el santuario. Al salir no podía hablarles, y
ellos comprendieron que había tenido una visión en el santuario. Él les hablaba
por señas, porque seguía mudo.
Al cumplirse los días de su servicio en el templo,
volvió a casa. Días después concibió Isabel, su mujer, y estuvo sin salir de
casa cinco meses, diciendo:
«Esto es lo que ha hecho por mí el Señor, cuando se ha
fijado en mi para quitar mi oprobio ante la gente».
Palabra del Señor
Consideración: Se
hacen oraciones introductorias y antes de los gozos escuchamos nuevamente al
Papa Francisco: “Que este Sínodo sea un tiempo habitado por el Espíritu. Porque
tenemos necesidad del Espíritu, del aliento siempre nuevo de Dios, que libera
de toda cerrazón, revive lo que está muerto, desata las cadenas y difunde la
alegría. El Espíritu Santo es Aquel que nos guía hacia donde Dios quiere, y no
hacia donde nos llevarían nuestras ideas y nuestros gustos personales…Ven,
Espíritu Santo, Tú que suscitas lenguas nuevas y pones en los labios palabras
de vida, líbranos de convertirnos en una Iglesia de museo, hermosa pero muda,
con mucho pasado y poco futuro. Ven en medio nuestro, para que en la
experiencia sinodal no nos dejemos abrumar por el desencanto, no diluyamos la
profecía, no terminemos por reducirlo todo a discusiones estériles. Ven,
Espíritu Santo de amor, dispón nuestros corazones a la escucha. Ven, Espíritu
de santidad, renueva al Santo Pueblo fiel de Dios. Ven, Espíritu creador,
renueva la faz de la tierra. Amén” (palabras finales en la apertura del Sínodo,
octubre 9 del 2021).
Este pasaje tan profundo invita al silencio y a
realizar un breve diálogo entre los participantes. Siguen los gozos de la
novena.
Martes 20 de diciembre
Lectura del santo evangelio según san Lucas
(1,26-38):
En el sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios
a una ciudad de Galilea llamada Nazarat, a una virgen desposada con un hombre
llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.
Él ángel, entrando en su presencia, dijo:
«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».
Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se
preguntaba qué saludo era aquel. El ángel le dijo:
«No temas, María, porque has encontrado gracia ante
Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre
Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el
trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su
reino no tendrá fin».
Y María dijo al ángel:
«¿Cómo será eso, pues no conozco varón?»
El ángel le contestó:
«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del
Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado
Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido en hijo en su vejez, y ya
está de seis meses la que llamaban estéril, “porque para Dios nada hay
imposible”».
María contestó:
«He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu
palabra».
Y el ángel se retiró.
Palabra del Señor
Consideración: Para
este día la consideración o reflexión propia se toma del Concilio Vaticano II,
un pasaje de la Constitución sobre la Iglesia: “En todo tiempo y lugar son
aceptos a Dios los que le respetan y practican la justicia. Quiso, sin embargo,
el Señor santificar y salvar a los hombres no individualmente y aislados entre
sí, sino constituir un pueblo que le conociera en la verdad y le sirviera
santamente. Eligió como pueblo suyo al pueblo de Israel, con quien estableció
un pacto, y a quien instruyó gradualmente manifestándosele a Sí mismo y sus
divinos designios a través de su historia, y santificándolo para Sí. Pero todo
esto lo realizó como preparación y símbolo del nuevo pacto perfecto que había
de efectuarse en Cristo, y de la plena revelación que había de hacer por el
mismo Verbo de Dios hecho carne” (L. G. n. 9).
Se puede ampliar con una breve reflexión sobre el
sentido que tenemos de Iglesia hoy o se puede hacer un breve silencio. Siguen
los gozos de la novena.
Miércoles 21 de diciembre
Lectura del santo evangelio según san Lucas
(1,39-45):
En aquellos días, María se levantó y puso en camino de
prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y
saludó a Isabel.
Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de
María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y,
levantando la voz exclamó:
«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de
tu vientre!
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?
Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi
vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se
cumplirá».
Palabra del Señor
Consideración: La
consideración propuesta para este día está tomada de un texto de la Comisión
Teológica Internacional, sobre la sinodalidad, publicado en marzo del 2018:
“Sínodo es una palabra antigua, indica el camino que recorren juntos los
miembros del Pueblo de Dios. Remite por tanto al Señor Jesús que se presenta a
Sí mismo como “el camino, la verdad y la vida” (Juan 14,6), y al hecho de que
los cristianos, sus seguidores, en su origen fueron llamados “los discípulos
del camino” (Hechos 9,2; 19,9.23; 22,4; 24,14.22). Con un significado
específico, desde los primeros siglos se designan con la palabra “sínodo” las
asambleas eclesiásticas convocadas en diversos niveles (diocesano, provincial o
regional, patriarcal, universal) para discernir, a la luz de la Palabra de Dios
y escuchando al Espíritu Santo, las cuestiones doctrinales, litúrgicas,
canónicas y pastorales que se van presentando periódicamente (números 3-4).
Breve comentario o un rato de silencio. Siguen los
gozos de la novena.
Jueves 22 de diciembre
Lectura del santo evangelio según san Lucas
(1,46-56):
En aquel tiempo, María dijo:
«Proclama mi alma la grandeza del Señor, “se alegra mi
espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humildad de su esclava”. Desde
ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras
grandes en mí: “su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de
generación en generación”. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los
soberbios de corazón, “derriba del trono a los poderosos y enaltece a los
humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide
vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia” —como lo
había prometido a “nuestros padres”— en favor de Abrahán y su descendencia por
siempre». María se quedó con Isabel unos tres meses y volvió a su casa.
Palabra del Señor
Consideración: Estos
tres últimos días de la novena vamos a centrarnos en los pasajes del Evangelio
que narran el gran acontecimiento de la encarnación.
Del Evangelio según san Lucas: “Dijo el ángel Gabriel
a María: Vas a concebir, dará a luz un hijo y le pondrás de nombre Jesús. Será
grande, se llamará Hijo del Altísimo y el Señor Dios le dará el trono de David
su antepasado; reinará para siempre en la casa de Jacob y su reinado no tendrá
fin” (1,31-33). Palabra del Señor.
Contemplamos ante el pesebre este gran anuncio del
ángel, anuncio de nuestra salvación ya que el nombre de Jesús en hebreo
significa dios salva. Jesús, el Hijo de Dios, nacido de mujer, es nuestro
salvador. Sólo Él nos libera de toda angustia, de la soledad que aplasta, del
sinsentido de la vida, de nuestra incapacidad para amar. Digamos con alegría en
este día de la novena: ven salvador nuestro, ven sin tardar.
Viernes 23 de diciembre
Lectura del santo evangelio según san Lucas
(1,57-66):
A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz
un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho
una gran misericordia, y se alegraban con ella.
A los ocho días vinieron a circuncidar al niño, y
querían llamarlo Zacarías, como su padre; pero la madre intervino diciendo:
«¡No! Se va a llamar Juan».
Y le dijeron:
«Ninguno de tus parientes se llama así».
Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería
que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre». Y todos
se quedaron maravillados.
Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y
empezó a hablar bendiciendo a Dios.
Los vecinos quedaron sobrecogidos, y se comentaban
todos estos hechos por toda la montaña de Judea. Y todos los que los oían
reflexionaban diciendo:
«Pues ¿qué será este niño?»
Porque la mano del Señor estaba con él.
Palabra del Señor
Consideración: Después de las oraciones introductorias se proclama
este pasaje del Evangelio según san Lucas: “Unos días después María se puso en
camino y fue a toda prisa a la montaña, a la provincia de Judea; entró en casa
de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto oyó Isabel el saludo de María, la criatura
dio un salto en su vientre. Llena de Espíritu Santo, dijo Isabel con fuerte
voz: ¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy
yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis
oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Y ¡dichosa tú, que has
creído! Porque lo que te han dicho de parte del Señor se cumplirá” (1, 39-45).
Palabra del Señor.
Breve comentario sobre la “actitud de María”. Se puso
en camino…llamada dichosa por Isabel por haber creído la Palabra de Dios.
Resuena en este último día la Palabra de
Dios:
Del Evangelio según san Lucas: “A María le llegó el
tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito; lo envolvió en pañales y lo
acostó en un pesebre, porque no encontraron sitio en la posada. En las
cercanías había unos pastores que pasaban la noche al aire libre, velando el
rebaño por turno. Se les presentó el ángel del Señor: la gloria del Señor los
envolvió de claridad, y se asustaron mucho. El ángel les dijo: Tranquilícense,
miren que les traigo una buena noticia, una gran alegría, que lo será para todo
el pueblo: hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un salvador: el Mesías, el
Señor. Y les doy esta señal: Encontrarán un niño envuelto en pañales y acostado
en un pesebre”. Palabra del Señor.
Sin mayores comentarios desear a todos una santa
navidad. El que nace es el Santo de Dios, el Hijo de Dios, el que nos ha
regalado la Iglesia, comunidad santa que camina hacia Dios.
Gozos
Dulce Jesús mío, mi niño adorado ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
¡Oh sapiencia suma del Dios soberano, que a infantil alcance te rebajas sacro! ¡Oh Niño divino, ven para enseñarnos la prudencia que hace verdaderos sabios!
¡Oh, Adonaí potente que a Moisés hablando, de Israel al pueblo diste los mandatos! Ah, ven prontamente para rescatarnos, y que un niño débil muestre fuerte brazo.
¡Oh raíz sagrada de Jesé que en lo alto presentas al orbe tu fragante nardo! ¡Dulcísimo Niño que has sido llamado lirio de los valles, bella flor del campo.
Llave de David que abre al desterrado las cerradas puertas del regio palacio! ¡Sácanos, oh Niño, con tu blanca mano, de la cárcel triste que labró el pecado!
¡Oh lumbre de oriente, Sol de eternos rayos, que entre las tinieblas, tu esplendor veamos! Niño tan precioso, dicha del cristiano, luzca la sonrisa de tus dulces labios.
Espejo sin mancha, Santo de los santos, sin igual imagen del Dios soberano. Borra nuestras culpas, salva al desterrado y en forma de niño da al mísero, amparo.
Rey de las naciones, Emmanuel preclaro, de Israel anhelo, Pastor del rebaño. ¡Niño que apacientas, con suave cayado, ya la oveja arisca, ya el cordero manso!
¡Ábranse los cielos y llueva de lo alto, bienhechor rocío como riego santo!
¡Ven, hermoso Niño, ven, Dios humanado! ¡luce, hermosa estrella! ¡brota, flor del campo!
Ven, que ya María, previene sus brazos, do su Niño vean en tiempo cercano. Ven, que ya José, con anhelo sacro, se dispone a hacerse de tu amor sagrario.
¡Del débil auxilio, del doliente amparo, consuelo del triste, luz del desterrado. Vida de mi vida, mi dueño adorado, mi constante amigo, mi divino hermano!
¡Véante mis ojos, de ti enamorados! ¡Bese ya tus plantas! Bese ya tus manos. Prosternado en tierra te tiendo los brazos, y aun más que mis frases, te dice mi llanto.
¡Ven, Salvador nuestro, por quien suspiramos; ven a nuestras almas! ¡Ven, no tardes tanto!