Navidad en clave sinodal

Modo de hacerlo: como cada año, en familia, con amigos, con los vecinos, en la Parroquia, nos reunimos alrededor del pesebre. El Papa Francisco escribió en diciembre del 2019: “El hermoso signo del pesebre, tan estimado por el pueblo cristiano, causa siempre asombro y admiración. La representación del acontecimiento del nacimiento de Jesús equivale a anunciar el misterio de la encarnación del Hijo de Dios con sencillez y alegría. El pesebre, en efecto, es como un Evangelio vivo, que surge de la Sagrada Escritura. La contemplación de la escena de la Navidad, nos invita a ponernos espiritualmente en camino, atraídos por la humildad de Aquel que se ha hecho hombre para encontrar a cada persona” (n. 1).

  • Entonces este año 2022, cuando toda la Iglesia está en camino sinodal, invitamos a todos los creyentes a “sentir con la Iglesia” (la expresión es de San Ignacio de Loyola, escrita al final de los Ejercicios Espirituales: “Sentir es discernir, comprender, percibir la voluntad de Dios en el plano salvífico y querer gozosamente acomodarse a él”).
  • El camino sinodal se inició en el 2021, continúa y continuará siempre, porque caminar juntos es la manera propia de ser Iglesia. Es la gran invitación que nos hace el Papa Francisco. Se ha cumplido la fase diocesana (escuchar y recoger lo que el Pueblo de Dios ha expresado). Ha comenzado la fase continental (el discernimiento entre todos, pastores y fieles), la fase universal (o celebrativa, será en el mes de octubre 2023), le seguirá la fase operativa.
  • El domingo 16 de octubre, después del rezo del Angelus el Papa Francisco anunció que en el “Proceso sinodal no hay que tener prisa, por eso establezco que haya dos momentos o sesiones: una en octubre del año 2023 y otra en octubre del año 2024”.  De esa manera el Papa Francisco señala un caminar continuo de toda la Iglesia. No un acto aislado y temporal en la historia eclesial.
  • Además, el 27 de octubre se publicó el documento para la fase continental del Sínodo. Allí se presenta una imagen bíblica muy importante: la imagen de la tienda (Isaías 54,2). También se puede usar ese documento para las consideraciones de cada día de la Novena.
  • Esta navidad en clave sinodal está propuesta para que alrededor del pesebre, oremos, contemplemos, sintamos con la Iglesia y continuemos caminando juntos en una Iglesia que escucha, que es misericordiosa, que acompaña, que celebra la fe comunitaria e invita a todos a construir el Reino de Dios.
  • Hacemos las oraciones que desde pequeños aprendimos, no por mera repetición sino con sentido de hoy: “Jesús Mesías es el mismo hoy que ayer y será el mismo siempre. No se dejen arrastrar por doctrinas complicadas y extrañas, lo importante es fortalecerse interiormente por gracia y no con prescripciones alimenticias, que de nada valieron a los que las observaban” (Hebreos 13, 8). Para cada día proponemos un “frase sobre la sinodalidad”, o un pasaje bíblico que pueden ampliarse haciendo “eco” entre todos los presentes de esta realidad eclesial de hoy. 
  • Los villancicos y todas las oraciones de la Novena nos ayuden pues este año 2022 a seguir creciendo en la fe.
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Oración para todos los días

Benignísimo Dios de infinita caridad, que nos has amado tanto y que nos diste en tu hijo la mejor prenda de tu amor, para que hecho hombre en las entrañas de una virgen naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio. Yo, en nombre de todos los mortales, te doy infinitas gracias por tan soberano beneficio.

En retorno de él te ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de tu hijo humanado, y te suplico por sus divinos méritos, por las incomodidades en que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, dispongas nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido y con tal desprecio de todo lo terreno, que Jesús recién nacido, tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén.

Oración a la Santísima Virgen María

Soberana María que por tus grandes virtudes y especialmente por tu humildad, mereciste que todo un Dios te escogiera para madre suya. Te suplico que tú misma prepares y dispongas mi alma y la de todos los que en este tiempo hagan esta novena, para el nacimiento de tu adorable Hijo.

¡Oh dulcísima madre! Comunícame algo del profundo recogimiento y divina ternura con que le agradaste tú para que nos hagas menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.

Se reza el Avemaría.

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Oración a San José

¡Oh Santísimo José! Esposo de María y padre putativo de Jesús. Infinitas gracias doy a Dios porque te escogió para tan altos ministerios y te adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza. Te ruego por el amor que le tuviste al divino niño, me abraces en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente mientras en su divina esencia le veo y le gozo en el cielo. Amén.

Se reza el Padrenuestro, el Avemaría y el Gloria.

Oración al niño Jesús

Acuérdate ¡Oh dulcísimo Niño Jesús! que dijiste a la venerable Margarita del Santísimo Sacramento, y en persona suya a todos tus devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia, y nada te será negado”.

Llenos de confianza en Ti ¡Oh Jesús, que eres la misma verdad! venimos a exponerte toda nuestra miseria. Ayúdanos a llevar una vida santa, para conseguir una eternidad bienaventurada.

Concédenos, por los méritos infinitos de tu Encarnación y de tu infancia, la gracia, de la cual necesitamos tanto. Nos entregamos a ti ¡Oh Niño omnipotente! seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza, y de que en virtud de tu divina promesa, acogerás y despacharás favorablemente nuestra súplica. Amén.

Se reza el Gloria.

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Gozos

Dulce Jesús mío, mi niño adorado ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Oh sapiencia suma del Dios soberano, que a infantil alcance te rebajas sacro! ¡Oh Niño divino, ven para enseñarnos la prudencia que hace verdaderos sabios!

¡Oh, Adonaí potente que a Moisés hablando, de Israel al pueblo diste los mandatos! Ah, ven prontamente para rescatarnos, y que un niño débil muestre fuerte brazo.

¡Oh raíz sagrada de Jesé que en lo alto presentas al orbe tu fragante nardo! ¡Dulcísimo Niño que has sido llamado lirio de los valles, bella flor del campo.

Llave de David que abre al desterrado las cerradas puertas del regio palacio! ¡Sácanos, oh Niño, con tu blanca mano, de la cárcel triste que labró el pecado!

¡Oh lumbre de oriente, Sol de eternos rayos, que entre las tinieblas, tu esplendor veamos! Niño tan precioso, dicha del cristiano, luzca la sonrisa de tus dulces labios.

Espejo sin mancha, Santo de los santos, sin igual imagen del Dios soberano. Borra nuestras culpas, salva al desterrado y en forma de niño da al mísero, amparo.

Rey de las naciones, Emmanuel preclaro, de Israel anhelo, Pastor del rebaño. ¡Niño que apacientas, con suave cayado, ya la oveja arisca, ya el cordero manso!

¡Ábranse los cielos y llueva de lo alto, bienhechor rocío como riego santo!

¡Ven, hermoso Niño, ven, Dios humanado! ¡luce, hermosa estrella! ¡brota, flor del campo!

Ven, que ya María, previene sus brazos, do su Niño vean en tiempo cercano. Ven, que ya José, con anhelo sacro, se dispone a hacerse de tu amor sagrario.

¡Del débil auxilio, del doliente amparo, consuelo del triste, luz del desterrado. Vida de mi vida, mi dueño adorado, mi constante amigo, mi divino hermano!

¡Véante mis ojos, de ti enamorados! ¡Bese ya tus plantas! Bese ya tus manos. Prosternado en tierra te tiendo los brazos, y aun más que mis frases, te dice mi llanto.

¡Ven, Salvador nuestro, por quien suspiramos; ven a nuestras almas! ¡Ven, no tardes tanto!