PEREGRINOS DE LA ESPERANZA
Jubileo Ordinario del año 2025
“Dejémonos atraer desde ahora por la esperanza y permitamos que a través de nosotros sea contagiosa para cuantos la de- sean”. Con este deseo del Papa Francisco expresado en la Bula de Convocación del Jubileo Spes non confundit, hago entrega a todos los presbíteros, diáconos, religiosos y religiosas y fieles en general, de este subsidio pastoral y litúrgico para la celebra- ción del Año Santo Jubilar en la Arquidiócesis de Cali.
Sin duda que será un tiempo de gracia que estamos llamados a aprovechar. Como Iglesia nuestra misión será animar a los creyentes, y hombres y mujeres de buena voluntad, a no per- der la Esperanza y la confianza en que vale la pena vivir en este mundo, en el cual cada uno tiene una misión y para ello la Virtud Teologal de la Esperanza se requiere fortalecer más que nunca.
Que este año sea vivido muy espiritualmente, con el deseo per- sonal y comunitario de caminar juntos por la senda de la con- versión. Este será el tiempo del regreso a la casa del Padre, tiempo de volver a Dios.
El subsidio está inspirado en las directrices que la Santa Sede ha publicado y que será de gran utilidad y ayuda para que los pro- gramas y acciones jubilares sean preparadas de la mejor manera.
Los animo a disponer alma, corazón y mente, para vivir inten- samente el Jubileo de la Esperanza.
Con mi bendición.
† Luis Fernando Rodríguez Velásquez – Arzobispo de Cali
‘Jubileo’ es el nombre de un año particular: parece que deriva del instrumento utilizado para indicar su comienzo; se trata del yobel, el cuerno de carnero, cuyo sonido anuncia el Día de la Expiación (Yom Kippur). Esta fiesta se celebra cada año, pero adquiere un significado particular cuando coincide con el inicio del año jubilar. A este respecto, encontramos una primera idea en la Biblia: debía ser convocado cada 50 años, porque era el año ‘extra’, debía vivirse cada siete semanas de años (cfr. Lv 25,8‑13). Aunque era difícil de realizar, se proponía como la ocasión para restablecer la correcta relación con Dios, con las personas y con la creación, y conllevaba el perdón de las deudas, la restitución de terrenos enajenados y el descanso de la tierra.
Bonifacio VIII, en 1300, convocó el primer Jubileo, llamado también “Año Santo”, porque es un tiempo en el que se experimenta que la santidad de Dios nos transforma. Con el tiempo, la frecuencia ha ido cambiando: al principio era cada 100 años; en 1343 se redujo a 50 años por Clemente VI y en 1470 a 25 años por Pablo II. También hay momentos ‘extraordinarios’: por ejemplo, en 1933, Pío XI quiso conmemorar el aniversario de la Redención y en 2015 el Papa Francisco convocó el año de la Misericordia. También ha sido diferente el modo de celebrar este año: en el origen coincidía con la visita a las Basílicas romanas de san Pedro y san Pablo, por tanto, con la peregrinación, posteriormente se añadieron otros signos, como el de la Puerta Santa. Al participar del Año Santo se obtiene la indulgencia plenaria.