Lectura del Santo Evangelio según san Mateo 6,7-15

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes que lo pidáis. Vosotros rezad así: «Padre nuestro del cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy el pan nuestro de cada día, perdónanos nuestras ofensas, pues nosotros hemos perdonado a los que nos han ofendido, no nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del Maligno.» Porque si perdonáis a los demás sus culpas, también vuestro Padre del cielo os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los demás, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras culpas.»

Palabra del Señor

Medita:

‘Ustedes cuando oren…’

La oración es un elemento fundamental en la práctica de la justicia, (junto con la limosna y el ayuno): es nuestra comunicación con nuestro Padre celestial, tan vital y tan natural como lo es la relación que debe existir entre un padre y sus hijos; por lo que no es exclusiva del tiempo de Cuaresma, sino de todo el año, todo el tiempo, en cada instante de nuestra vida: ‘Oren sin cesar’, nos recomienda san Pablo (1 Tes 5, 17); con la conciencia y la seguridad que nos da el Espíritu Santo, de que siempre estaremos ante la Presencia de Dios.

Muchas personas fundamentan su oración en los distintos métodos que existen, pero Jesús no utilizaba un método para orar, ni pretendía enseñarnos uno para hacerlo, a pesar de que sus discípulos le pidieron un día que les enseñara a orar. (Lc 11, 1); su respuesta, apuntaba más a una relación que a un método: su relación con su Padre era tan vital y natural como respirar el aire o dejarse bañar por la luz del sol, afirmaba: ‘El Padre está conmigo, no me ha dejado solo, porque yo siempre hago lo que a Él le agrada’. (Jn 8, 29)

Además, Jesús tenía plena conciencia de ser ‘UNO’ con su Padre (Jn 10, 30) y, por lo mismo, su ‘alimento era cumplir la voluntad del Padre y llevar a cabo su obra’. (Jn 4, 34). Por tanto, La oración de Jesús se apoyaba totalmente en la plena confianza de estar unido al Padre y el diálogo entre ambos era permanente, continuo y amoroso. Ello debía ser, precisamente, lo que llamaba poderosamente la atención de sus discípulos, por lo que sintieron la necesidad de orar como Él; entonces, les enseñó el ‘Padrenuestro’, no tanto como un método, ni como una oración para repetir mecánicamente, sino como un modelo de lo que debía ser la oración.

Ora:

Señor: Enséñanos a orar. 

Para eso, ora por nosotros. 

Sé Tú nuestra propia oración. 

Amén

Actúa:

¿Cuando oras, empleas algún método?

El secreto de Jesús en cuanto a la oración, ha sido siempre: ¡su profunda relación con el Padre!: una relación permanente, continua, confiada, amorosa, totalmente dependiente y sumisa a su consejo y voluntad, seguro de su asistencia y de su gracia. ¡Una relación única! (Jn 14, 11). Por tanto:

  • ‘Relaciónate con tu Padre del cielo; a solas, en la intimidad de tu corazón y de tu habitación,
  • Llámalo y considéralo como tu ‘Abba’, (papá); lo mismo que el de tus hermanos, los hombres (Nuestro)
  • Alábalo siempre; dile cuánto lo amas, dile que estás dispuesto a hacer su voluntad
  • Pídele lo que necesitas; confía en su amor, en su perdón y en su protección; entrégale tu vida
  • Y confíale todo lo tuyo…’

Por: Delegación de la Animación Bíblica de la Pastoral, Arquidiócesis de Cali – Omar Herney Salgado Gómez, Pbro

Nota: Las breves plegarias fueron tomadas del Manual de Oraciones de la Espiritualidad Trinitaria de los Hijos de la Madre de Dios

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