La historia de Susana Valencia, una pequeña productora de los Comedores Comunitarios.
Susana, una mujer de clase media que tiene un carisma encantador y que ha encontrado en el campo una posibilidad de superación para ella y su familia. De tez morena, cabello rojo, una sonrisa pronunciada y con un canguro colgado en su cintura es una de las pequeñas productoras de comida, para los comedores comunitarios de la Alcaldía Distrital y la Arquidiócesis de Cali.
Viene de familia comercializadora, es por eso, que el tema de la tierra no es desconocido para ella. Cuando salió del colegio al no encontrar oportunidades laborales volvió su mirada al campo y allí se encontró con el lulo, el cual, debido a su pelusa, entendió que eso no era lo de ella, sin embargo, su tío la invitó a que le ayudara en el puesto donde vendían fruver; así volvió a su casa, la ventana de alimentos.
Cree que es muy triste que las personas cuando están en la ciudad solo vean como está la comida, la preparen y la consuman, perdiéndose la dicha de conocer el proceso que escode el tomate, la cebolla, entre otros.
En su gran sonrisa esconde una historia de superación, pues considera que ser mujer y trabajar en el campo es complejo, pero siempre ha podido salir adelante con sus amigos más cercanos y, sobre todo, con su palabra.
Afirma que el campo es de tener aliados, conocidos y tener buen ojo para los negocios, es por eso, que en muchas ocasiones se ha lanzado a la suerte, pues el campo es así, nada está asegurado. Recuerda con orgullo que en una ocasión un negocio no salió como quería y quedó endeudada por una gran cantidad de dinero, así que decidió buscar al dueño del dinero, enfrentarlo y decirle la verdad, asegurándole que le pagaría,
sin ningún papel de por medio, con la palabra fue suficiente. Tiempo después, logró pagarle y el rumor de que era buena paga se extendió a los demás cultivadores.
En el 2017 creyó que su paso por la tierra había terminado, pues enfrentó por 20 minutos una muerte súbita a causa de una arritmia, que la dejó asilada de los negocios. Fue hasta en el 2018 que retomó con la ayuda de sus amigos.
A finales del 2023, uno de los proveedores de comida para los comedores comunitarios buscó a Susana y le propuso que hicieron alianzas, sin embargo, al comienzo le dio miedo, pues siempre había escuchado de este programa y sabia el gran esfuerzo que tendría que hacer para cumplir con la calidad de los alimentos, pero gracias a su fe en Dios decidió empezar el proceso.
“Uno siempre en el inicio dice si puedo, pero en el proceso es muy complejo, se hace muy difícil, hubo un momento donde creí que no podría responderle al programa de comedores comunitarios” afirmó Valencia.
Cuenta que en muchas ocasiones ha dormido máximo dos o tres horas, para poder cumplir en la entrega de comida, pero siente que no hay nada más hermoso que ver como la comida sale rumbo a uno de los lugares donde calmará el hambre de alguien, pues considera que dar comida es algo demasiado hermoso “Siento que Dios no me llevó en el 2017 por que tenía un plan y era que fuera productora para los comedores comunitarios” afirmó Valencia.
Gracias al esfuerzo de Susana y que comedores comunitarios compra a pequeños productores se está reconciliando a Cali, desde los gestores y beneficiarios hasta los productores.