San Andrés: la lucha por la identidad y los valores afro

Por: Pastoral Afrocaleña

La mayoría de los colombianos se sorprenden cuando se les dice que en su país también se habla inglés hace siglos. Suelen olvidar una parte importante de su diversidad, en muchas dimensiones.

El Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina es uno de los pocos lugares de Colombia donde se respira tranquilidad. Todas las cifras de violencia y analfabetismo son diminutas en comparación con el resto del país. También es un territorio donde el pueblo afro es mayoría y donde los /raizales/ luchan por preservar su cultura, más cercana a la tradición anglosajona, protestante y caribeña insular, cercana a la de Mosquitia en Nicaragua, Limón en Costa Rica y el noroccidente de Panamá.

Los misioneros de la Consolata llegaron a reemplazar un seminarista africano que conocía a Mons. José Archbold, una figura de mucho respeto en las islas y fuera de ellas por su compromiso con el rescate de las raíces culturales sanandresanas. Llegaron a la Parroquia Santa María Estrella del Mar, con el Pbro. Matthew Magak Arose y otros. El Pbro. Venanzio Mwangi I.M.C. fue el primer delegado de la Pastoral Afro de Cali en hacer misión allá y ahora lo reemplaza el Pbro. Elías Libanda I.M.C.

El Vicariato tiene 11 parroquias, nueve en San Andrés y dos en Providencia, con 16 sacerdotes. Entre ellos, cinco son raizales. Su pueblo, el raizal, tiene poco más de 30 mil personas, casi el 40% de la población del Archipiélago. Sus familias se conocen entre sí y son un pueblo muy sano, que preserva el respeto y convive con un mosaico cultural proveniente del continente, de Nicaragua, el resto del Caribe y hasta de países islámicos. La política de “colombianización” intentó colonizar las islas y generó rupturas; Rojas Pinilla las declaró puerto libre y eso incrementó el turismo, pero también la inmigración y disparó la densidad de población a una de las más altas del mundo (1262 h/km²).

El medio ambiente isleño tiene hoy una situación delicada; la sobrepoblación afecta el abastecimiento de agua, desde siempre insuficiente y de baja calidad, y llega a reducir el tradicional cultivo del coco en el único Departamento donde se considera parte de su identidad. Su población agradece la tarifa que se exige para ingresar, pero el impacto del turismo avasallador y el desgreño se evidencia en todas las formas de vida, a pesar de ser Reserva de la Biósfera desde el 2000. La disputa territorial con Nicaragua y el impacto del huracán Iota no hicieron más que confirmarlos.

La espiritualidad raizal se conformó gracias a la iglesia bautista, la primera en consolidarse desde 1840; tiene una fuerte influencia inglesa antillana, expresada en el vestido y hasta la calma en su expresión corporal. Las hermosas iglesias tradicionales se construían en madera, pero ahora se prefiere el cemento. Hay una relación de respeto entre la Iglesia católica y las protestantes que es diferente a la del resto del país. La cuestión de la distancia sigue pendiente: quien llevó la Iglesia católica a las islas fue el p. alemán Albert Stroebelle y de él pasó a institutos de Estados Unidos e Inglaterra. Los misioneros llegaron apenas en 1913, llegó a Prefectura en 1946 y solo en el 2000 se elevó a Vicariato Apostólico. Gran parte de la formación todavía depende de la Arquidiócesis de Cartagena.

La gente prefiere la lengua de Inglaterra a un español colonizante, pero muchos hablan las 2 y hasta una tercera muy valiosa: la propia, el criollo sanandresano. Tiene relación con el inglés jamaiquino y de sus vecinos de Centroamérica, lenguas africanas y algo del español. Se hacen grandes esfuerzos para protegerla, pero el inglés prima en la liturgia y les acerca a los misioneros africanos. Es clave sostener la lucha por su identidad, su autonomía y la conservación natural.

La tradición de mantener la propiedad de los negocios entre las mismas familias, como puede verse en Johnny Cay, ayuda a contener el embate político, cultural y económico. El turismo representa el 98% de los negocios, se redujo en 2023 por problemas con las aerolíneas y apenas se recupera. Acerca su cultura a gente de todo el mundo, le ayuda a salir de su aislamiento respecto al resto del país y es imprescindible para resolver sus tensiones sociales. Pero debe dirigirse hacia un alivio de la densidad poblacional y el respeto hacia su frágil belleza natural.

Sus organizaciones propias participan en la Conferencia de Organizaciones Afrocolombianas, CNOA, igual que la Pastoral Afro nacional. Piden a los movimientos afro de la Colombia continental deshacerse de su propio centralismo, ampliar sus horizontes hacia formas de colonización y espiritualidades no hispanas. Nuestras resistencias precisan “ensanchar el espacio de su tienda”, como dice el profeta Isaías, para incluir pueblos y diversidades que nos unen a las grandes luchas del Caribe por las reparaciones, el panafricanismo y el One Love de Bob Marley.

 

 

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