En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?»
Ellos contestaron: «Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.»
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.»
Jesús le respondió: «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás! porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.»
Palabra del Señor
Medita:
´Sobre ti, edificaré…´
La liturgia celebra hoy la fiesta de la Cátedra de San Pedro. Se trata de una tradición muy antigua, atestiguada en Roma desde el siglo III, con la que se da gracias a Dios por la misión encomendada al apóstol san Pedro y a sus sucesores. La «cátedra», literalmente, es la sede fija del obispo, puesta en la iglesia madre de una diócesis, que por eso se llama «catedral», y es el símbolo de la autoridad del obispo y de la enseñanza evangélica que, como sucesor de los Apóstoles, está llamado a conservar y transmitir a la comunidad cristiana.
Podemos decir que la primera «sede» de la Iglesia fue el Cenáculo, donde Jesús reunió a sus discípulos para la Última Cena y donde recibieron, con la Virgen María, el don del Espíritu Santo. Más tarde, Pedro se trasladó a Antioquía, ciudad evangelizada por Bernabé y Pablo, donde los discípulos de Jesús fueron llamados por primera vez «cristianos» (Hechos 11:6). Allí Pedro fue el primer obispo, y esto explica por qué Antioquía tenía una fiesta propia de la Cátedra de Pedro que se celebraba el 22 de febrero.
Es sorprendente ver cómo consiguió Jesús que dos hombres tan opuestos, tan diferentes, llegasen a ser las columnas fundamentales de su Iglesia y un modelo de fe para todos nosotros:
- Pedro, de origen humilde, de oficio pescador, era sencillo, espontáneo, impulsivo, apasionado, rudo, líder natural, probablemente analfabeta (quien se sirvió de Marcos como secretario privado), y a quien Jesús reprendió muchas veces por ‘imprudente’; sin embargo, todo lo abandonó para seguir y servir a Jesús, y a quien El Señor instituyó como ‘jefe’ de su iglesia.
- Pablo, de un medio más acomodado, era culto, intelectual, reflexivo, de una sabiduría innegable, reflejada en todos sus escritos, de gran celo religioso, y como buen fariseo, perseguidor de los sectarios nazarenos, pero a quien Jesús tuvo hacerlo ‘caer en tierra’, o al menos de su suficiencia, para convertirlo en el gran ‘apóstol de los gentiles.’
Ora:
Dios mío: Dame tu luz, para que yo vea con claridad.
Dame tu misericordia, para que yo sea misericordioso.
Dame tu humildad, para que yo sea humilde.
Dame tu entrega, para que yo me entregue.
Dame tu amor, esto es, lléname de ti, para que yo sea amor.
Y, si hay obstáculos, que tú conoces Señor, sepáralos de mí y lléname de Ti.
Amén
Actúa:
¿Y tú, qué estás haciendo por tu Iglesia desde tu parroquia?
Pedro y sus sucesores, elegidos como principio y fundamento visible de la unidad de la fe y de la comunión, son un punto de referencia al que mirar para seguir el camino de la vida con confianza y seguridad. Celebrar la «Cátedra» de san Pedro, significa, por tanto, atribuirle un fuerte significado espiritual y reconocer que es un signo privilegiado del amor de Dios, Pastor bueno y eterno que quiere congregar a toda su Iglesia y guiarla por el camino de la salvación.
Por: Delegación de la Animación Bíblica de la Pastoral, Arquidiócesis de Cali – Omar Herney Salgado Gómez, Pbro
Nota: Las breves plegarias fueron tomadas del Manual de Oraciones de la Espiritualidad Trinitaria de los Hijos de la Madre de Dios