En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día».
Entonces decía a todos:
«Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se arruina a sí mismo?».
Palabra del Señor
Medita:
Primer anuncio de la Pasión de Jesús
Cuando sabemos lo duro que fue para Jesús enfrentar su ‘Pasión’ -de la cual tenía pleno conocimiento-, bien hubiera podido ‘escaparse’, evitando enfrentar semejante contradicción entre el ‘bien que había pasado haciendo’ y la manera tan dolorosa como le rechazaron y pidieron su condena muchos de los que fueron beneficiarios de su misericordia.
Pero, precisamente, sabiendo lo que le esperaba, pero, sobre todo, lo que esperaba de Él su Padre celestial y la ‘misión’ que le había confiado, hizo frente voluntariamente a todo este terrible sufrimiento: ‘el Hijo de Dios vino a los suyos, y los suyos no lo recibieron’ (Jn.1, 11). Si para Jesús todo esto fue duro, difícil y doloroso, ¿cuánto más lo será para sus seguidores que tendrán que presenciar la aparente derrota de su Maestro?
Jesús nos plantea que seguirlo a Él implica una renuncia a todo lo que somos y queremos, y hasta la pérdida de nuestra propia vida por Él para salvarnos. Lo difícil no es seguir a Jesús, aunque así nos parezca, lo difícil es renunciar a nosotros mismos y a nuestros proyectos personales para seguirlo a Él.
Ora:
Dios mío: En mis caídas apiádate de mí.
Si no me levanto y voy a Ti, por temor o por vergüenza,
tú Señor, ven a mi, con Tú Misericordia.
Levántame, límpiame, libérame.
Resucítame con Tu Presencia.
Sálvame con Tu Amor.
Libérame de Tu Justicia.
Amén.
Actúa:
¿De qué me servirá ganar el mundo entero,
si puedo llegar a perder y a arruinar mi vida?’
Es hora de nuestra elección, Dios Padre cumplió lo suyo: envió a su propio Hijo para rescatarnos del pecado y de la muerte. Jesús cumplió, a su vez, con lo mandado por el Padre: dar su vida por nosotros, retomarla y llevarnos consigo a la Casa del Padre. Ahora nosotros decidimos si escogemos totalmente a Jesús, y si vivimos su proyecto: amarlo sobre todas las cosas, amar al prójimo y amarnos a nosotros mismos.
Por: Delegación de la Animación Bíblica de la Pastoral, Arquidiócesis de Cali – Omar Herney Salgado Gómez, Pbro
Nota: Las breves plegarias fueron tomadas del Manual de Oraciones de la Espiritualidad Trinitaria de los Hijos de la Madre de Dios