La mujer afrolatinoamericana en la Pastoral Afro

Por: Equipo de Comunicación – Pastoral Afro Cali

La esclavización convirtió en objeto a la mujer afro, por el mero color de su piel y de no ser europea. Por ser mujer también se le volvió uno sexual. Para colmo, se vendían sus hijos sin consideraciones. Sorprende, pues, que sostuviera su humanidad hasta límites que casi nadie aguantaría en estos días.

La marginación y el empobrecimiento, después de que la abolición favoreció al esclavista, dejaron la propiedad de la tierra más difícil para ella, la exclusión en la educación a favor del hombre y un imposible acceso al crédito. Entonces, ¿cómo hizo para asegurar que muchos de sus hijos terminaran como docentes en todo el país, para que algunos sobresalieran en las artes, la política y hasta crearan departamentos? Incluso algunas de ellas se dieron a conocer en el canto y la danza y lograron su fama perenne en la gastronomía.

Pero, aún así, hoy los liderazgos femeninos históricos del pueblo afro son los menos investigados. Casilda Cundumí Dembele, famosa líder cimarrona de la Diócesis de Palmira, todavía se considera “un mito” en las redes sociales. No hay un estudio histórico serio que la saque del manto de duda. ¿Cuántos en Cali saben que la reina Nanny es uno de los héroes nacionales de Jamaica? ¿Que varias lo fueron en Haití?

Muchas luchas se dieron para que la mujer afro empezara a figurar en muchos ámbitos de la vida nacional. Todavía falta reconocerla como lideresa médica, financiera o banquera, por ejemplo.

El 25 de julio coinciden dos fechas importantes para Cali: el Día Internacional de la Mujer Afrolatinoamericana y Afrocaribeña y la conmemoración de la fundación de la ciudad. La primera, se instituyó en 1992, con el Primer Encuentro de Mujeres Afrolatinas y Afrocaribeñas realizado en Santo Domingo, República Dominicana. Se reunieron cerca de 400 mujeres de la región. Analizaron el racismo y el sexismo, propusieron acciones para combatirlos y homenajear a las lideresas afro. La segunda es más una tragedia. “El 25 de julio de 1536 cuando llegó don Sebastián al caserío”, canta el Grupo Farallones. Pero ahí empezó a expulsarse a los indígenas a las montañas, se impuso la esclavización en toda la región e incluso otros males. Pero nació la ciudad y ella, de acuerdo a su naturaleza, se convirtió en cruce de caminos culturales y un sinfín de intercambios. ¿Está Cali lista para abrazar ambas fechas como propias?

Licenia Salazar, investigadora y agente de Pastoral Afro, asegura que “este día nos permite reflexionar juntas sobre la condición de las mujeres, revisar cómo están las estrategias que se han diseñado para los avances de toda la problemática identificada de las mujeres negras”.

Desde varias organizaciones y encuentros se resalta la necesidad del relevo generacional. Mary Nelly Carabalí, joven agente de Pastoral en Yumbo, considera que el día es importante “porque resalta la importancia de la mujer negra y el aporte que damos a la sociedad desde nuestros conocimientos ancestrales y culturales”. Es en la mujer afro que se cruzan las luchas sociales con las estéticas. “Es una forma de combatir el racismo que vivimos a diario, por el hecho de, simplemente, ser mujeres negras. Por lucir nuestros peinados, nuestro cabello afro natural o el uso de trenzas. Es una forma de resistencia y de honrar a nuestras ancestras africanas y su lucha por salir de la esclavitud”.

Alba Nubia Ocoró, docente y cantadora. Ella ve que este día “nos da la oportunidad de visibilizarnos y promover políticas que ayuden a mejorar nuestra calidad de vida. Es una forma de erradicar estereotipos, estigmatizaciones, discriminación y el racismo estructural que por años nos ha marcado. También una oportunidad de luchar por la inclusión, justicia e igualdad para las mujeres afro en América y el Caribe”.

La Pastoral Afro es la forma más clara de expresión del pueblo negro dentro de la Iglesia arquidiocesana en Cali. Para Licenia, en ella las mujeres “son una presencia muy significativa”. La mayoría de las personas que conforman esta Pastoral Afro a lo largo y ancho de Colombia son mujeres. “Y sobre todo estamos en ella haciendo resistencia. Estamos diciendo ‘aquí se conservan todos los usos y costumbres que ancestralmente hemos conocido y seguimos en la práctica’”. La mujer es garante espiritual de la continuidad de los procesos que fortalecen las familias. Si bien los que orientan todo el proceso son hombres, sacerdotes, “algunas religiosas y mujeres altamente comprometidas con esta causa, han estado siempre ahí”. Su participación decidida hizo que trascendieran los procesos y se mantuvieran en el tiempo.

“Dentro de la Pastoral Afro, las mujeres negras somos el corazón”, dice Mary Nelly. “Mantenemos viva la llama. Siempre estamos en todo y en todos somos la mayoría”. Así es siempre en todos los Encuentros de Pastoral Afro. Ellas aportan desde el canto, la danza y en el trabajo de los comedores comunitarios. Es su voz la que se escucha. “Por medio de la oralidad siempre se comparte esa ancestralidad, toda esa sabiduría y conocimiento que tiene la mujer negra”. Se transmiten de generación en generación, para que jóvenes y futuras generaciones la pongan en práctica y la compartan más allá de la comunidad.

Alba Nubia ve esa transmisión en los semilleros infantiles. Enfatiza en que “somos unas multiplicadoras de saberes ancestrales. Es el papel más importante. Reivindicamos nuestra identidad, la fortalecemos con cada uno de nuestros valores étnicos aprendidos en casa a través de experiencias significativas”.

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