Por: Pbro. Germán Martínez R.
Vicario Episcopal de Educación
El arzobispo, los sacerdotes, los fieles laicos, los movimientos apostólicos, todos los bautizados nos hacemos estas preguntas:
- ¿Quién hace pastoral?
El o la que ayuda a recorrer el camino de la fe a quien quiere creer y está abierto a Dios y afronta las dificultades cotidianas del creer.
- ¿Dónde, para qué y para quién se hace pastoral?
En el cruce de lo misterioso y lo cotidiano; para responder a las inquietudes más hondas de la conciencia de los creyentes y de los que no lo son.
- ¿Qué quiere decir que los creyentes y no creyentes de hoy vivimos en la era del vacío?
Significa que estamos en un momento en el que nada sirve de referente, de sustento común a todos, porque el individualismo lo ha absorbido todo, porque los indicadores sociales, morales y religiosos se difuminan cada vez más, porque cada uno busca ser feliz según sus propios principios.
- ¿Ha desaparecido en nuestra cultura el sentido de la vida?
Sí, porque las personas ya no se plantean las preguntas claves como la existencia de Dios, el sentido de la vida, el para qué vivimos, hacia dónde caminamos. Esas preguntas han perdido relevancia.
- ¿Dónde está la verdad religiosa hoy?
Allí donde se viva la necesidad de redescubrir la fe como don de Dios, como llamada a una vida plena y feliz. Allí donde hay disponibilidad para responder a quien pida razón de la esperanza que tenemos (1 Pedro 3, 15-16).
- ¿Vive la juventud actual sin dios y sin ley?
No, al contrario, los jóvenes y muchos adultos que dicen no tener ya interés por la fe, viven su existencia como personas que sufren, confundidos y confrontados con la dureza de la vida y la falta de sentido de su existencia y reclaman a los que se dicen creyentes por su incoherencia y falta de autenticidad.
- ¿Cómo hablar de dios hoy a este mundo confundido?
Hablando a cada persona de sí misma, de su existencia, de sus problemas. Escuchando a cada persona y proponiéndole la fe no de un modo impositivo y doctrinal sino de forma testimonial, transmitiendo con serenidad lo que hemos visto y oído, como gente feliz de haber encontrado a Cristo, el Ungido de Dios, la luz de nuestra vida.
- ¿Qué ofrece Dios a nuestras vidas?
Dios ofrece muchas bendiciones: Están descritas en la carta a los Efesios 1, 3-14: Una elección para ser santos en su presencia, viviendo el amor manifestado en Cristo, quien “extendió sus brazos en la cruz”, amor pleno y liberador que saca de todo egoísmo liberando a la persona “encerrada en sí misma”. Además, el “sello” de esas bendiciones lo da el Espíritu Santo que es la “novedad de Dios”, “el don del Resucitado”, el “nacimiento de la comunidad eclesial”. A lo largo de 21 siglos, los Apóstoles y sus sucesores han ido transmitiendo el Espíritu Santo que ellos recibieron, y hoy, ese Espíritu Santo sigue actuando como “el viento”, “el soplo de Dios”, “la bendición divina para todas las personas que se saben amadas y queridas por Dios.
En esta Semana Arquidiocesana continuamos haciéndonos esas preguntas y seguimos respondiendo como comunidad eclesial que desea crecer en la fe en este cambio de época, en esta confusión total en la que muchos viven; seguimos confiando y esperando en Dios que nunca nos defrauda (Romanos 5,5).