Por: Pbro. José Over Gallego Londoño
Todo llega y todo pasa y lo nuestro es pasar, pasar haciendo caminos. Hoy, con la edición de junio de La Voz Católica, elevo mi voz de gratitud:
- A Dios, que me llamó a servir en esta porción de Iglesia.
- A los Obispos, que me dieron la confianza y el cariño abriéndome las puertas para vivir mi ministerio sacerdotal, Mons. Darío de Jesús Monsalve Mejía y Mons. Luis Fernando Rodríguez V.
- A mis hermanos en el presbiterio, diáconos, seminaristas, con quienes me identifico cada día en esta misión. Su cariño y respeto, su apoyo y amistad siempre estarán en mi oración.
- A este, mi equipo de trabajo, a los empleados de la Curia, fuimos una familia con un solo corazón, que palpitó hacia el mismo horizonte en todos los momentos de la vida.
- A ustedes, comunicadores, grupos parroquiales, que con su ánimo me despertaban cada día a dar lo mejor de mí.
Vivimos tiempos difíciles, un tiempo de pandemia que no nos encerró, al contrario, abrió nuestras antenas de creatividad, con denodado desvelo por mantener viva y presente la vida pastoral arquidiocesana. Renovamos en personal y equipos que dejan la oficina de comunicaciones a la vanguardia y preparada para editar, producir, proponer y acompañar en una pastoral encarnada con voz para aquellos que nadie escucha.
Tomaré unos meses de descanso en casa, aprovecharé para cuidar mi salud y tomar nuevas fuerzas para regresar al arado con nuevo impulso y nuevo ardor.
Oren por mí que lo haré por ustedes, su hermano y amigo.