Comunidad religiosa de derecho pontificio fundada por el Beato Santiago Alberione patrono del internet.
La experiencia eucarística que el seminarista Santiago Alberione (1884-1971) vive en la noche de paso entre los dos siglos (1900-1901) es “decisiva para la específica misión y espíritu particular en el que nacería y viviría la Familia Paulina”.
Cuando suena la hora de Dios, el padre Alberione abierto a los signos de los tiempos, asocia a la mujer en la diversidad y complementariedad de los carismas, para la vida y la misión de la Iglesia. Considerando la situación religiosa del mundo, desde 1908 comienza “a rezar y hacer orar” para el nacimiento de una Familia religiosa “toda de Jesús Divino Maestro presente en el Misterio Eucarístico”.
El 21 de noviembre de 1923 elige a Úrsula Rivata (1897-1987) para que sea colaboradora suya en Cristo. La llama con el nombre de Escolástica, que significa “discípula”, y le confía la primera comunidad de ocho hermanas.
Las Pías discípulas somos partícipes del proyecto unitario de familia Paulina: vivir y comunicar Jesucristo Camino, Verdad y Vida a la humanidad de hoy con los medios más rápidos y eficaces que el progreso humano ofrece.
El evento fundacional de nuestra Congregación, ha madurado en la Iglesia con situaciones alternas que llevan el sello de la Cruz. La intervención del fundador Santiago Alberione, de Madre Escolástica y la oferta de la vida del padre Timoteo Giaccardo, primer sacerdote paulino (1896-1948), contribuyen al reconocimiento eclesial e institucional de nuestra Congregación.
El 3 de abril de 1947, Jueves Santo, es promulgado el decreto de la aprobación diocesana. Nuestro carisma expresa más nítidamente su índole universal y su eficacia apostólica en la aprobación pontificia concedida el 12 de enero de 1948 y el 30 de agosto de 1960 ratificada definitivamente.
La Eucaristía forma nuestras comunidades apostólicas sinodales en el misterio de la Iglesia, pueblo de Dios, donde se acoge, se escucha y se sirve al Señor, en la multiplicidad de sus presencias con nuestra específica misión: Del amor a Jesús viviente en la Eucaristía, en el Sacerdocio y en la Liturgia nace nuestro apostolado orientado a la gloria de Dios y a la paz de la humanidad.
Como María, Madre de Dios, y las mujeres del Evangelio, transformadas por el encuentro con el Resucitado, Belleza que salva al mundo, somos enviadas, apóstoles con los apóstoles, a anunciarlo, a celebrarlo y a servirlo.