Por: Luis Fernando Rodríguez Velásquez
Arzobispo Arquidiócesis de Cali
Del 17 al 21 de abril, junto con los demás hermanos en el Episcopado colombiano, estaré en Roma haciendo la llamada visita ad limina apostolorum.
Cada período de tiempo, que define la Santa Sede según la agenda del Papa, en un tiempo no inferior a 5 años, los obispos de todo el mundo debemos viajar a Roma para presentar al Papa el informe de la gestión pastoral y administrativa de la iglesia que se les ha encomendado.
Pero no se trata solamente de presentar un informe. En el fondo hay una motivación que es todavía más significativa.
“La visita ad limina, en sus diferentes momentos litúrgicos, pastorales y de fraterno intercambio, tiene un preciso significado para el obispo: acrecentar su sentido de responsabilidad como Sucesor de los Apóstoles y fortalecer su comunión con el Sucesor de Pedro. La visita, además, constituye un momento importante para la vida de la misma Iglesia particular, la cual, por medio del proprio representante, consolida los vínculos de fe, de comunión y de disciplina que la unen a la Iglesia de Roma y al antero cuerpo eclesial” (Apostolorum Successores, 15).
¿Cómo se hace la Visita Ad limina? El Papa está representado por los llamados Prefectos de los dicasterios de la Curia Romana, que, en un lenguaje sencillo, equivalen a los ministerios del Papa para el gobierno de la Iglesia universal.
Los Obispos, con un tiempo prudencial no menor a un año, enviamos a Roma, a través del Nuncio Apostólico el informe general del trabajo realizado, con los soportes que evidencian los frutos alcanzados, así como las dificultades y retos que deben ser tenidos en cuenta.
De esta manera, durante toda la semana de la visita, los Obispos pasamos por 14 dicasterios, y se tienen diálogos con los responsables de estos, quienes, a su vez, ya han conocido el informe que a ellos les compete. En un intercambio de ideas, siempre en nombre del Papa, los Prefectos de los dicasterios pueden hacer sugerencias o recomendaciones para el futuro de la pastoral diocesana.
Los Dicasterios que vamos a visitar son: Secretaría de Estado, para la evangelización, para la Doctrina de la fe, para el Servicio de la caridad, para el Culto divino y los sacramentos, para la Causa de los santos, para los Obispos, para el Clero, para los Institutos de vida consagrada y sociedades de vida apostólica, para Los laicos, la familia y la vida, para La cultura y la educación, para el Servicio del desarrollo humano integral, para Las comunicaciones y el Tribunal de la Rota romana.
Complementando esta “rendición de cuentas”, se tiene el momento más esperado por todos los obispos y es el encuentro con el Sucesor de Pedro, con el Papa. En un amplio espacio de tiempo, el Papa escucha uno a uno a los Obispos y termina dando las orientaciones precisas acerca del trabajo que debemos animar en nuestras jurisdicciones. Finalmente, el Papa bendice a los Obispos, y en ellos a las Iglesias que cada uno está representando.
Durante la visita ad limina se tienen también peregrinaciones a las llamadas Basílicas patriarcales de Roma: San Pedro, San Pablo extramuros, San Juan de Letrán y Santa María la mayor, donde se celebra la eucaristía.
Cuando visite al Papa, le llevaré las luces y sombras de nuestra Iglesia particular, y le pediré su apostólica bendición para todos y cada uno de quienes hacen parte de esta querida Iglesia de Cali.
Nos vamos a unir todos espiritualmente a esta visita del arzobispo a Roma, pues seremos testigos de la misión que Jesús confió a Pedro: “Pero yo he rogado por ti para que no pierdas tu fe y tú, una vez convertido, fortalece a tus hermanos” (Luc, 22, 32). El Papa Francisco nos va a fortalecer en nuestra misión, nos llenará de su alegría y confianza en el Señor.
Finalmente, nos correspondió hacer la Visita en el tiempo de la Pascua. Es un tiempo de gracia en el que fortalecidos por la victoria de Cristo sobre la muerte diremos con Pedro, con el Papa, a Jesús resucitado: “tú sabes que te amo”, y escucharemos también nosotros de labios de Jesús su mandato: “Apacienta mis ovejas” (Jn. 21, 15 – 17).