Por: Pbro. Dagoberto Cárdenas – Vicario Episcopal para el Servicio del Desarrollo Humano Integral
A tan solo dos meses de haber celebrado la Pascua del Señor, el mensaje del Papa Francisco en la bendición Urbi et Orbi, se hace cada día más actual y necesario cuando nos dice que “¡la paz es posible, la paz es necesaria, la paz es la principal responsabilidad de todos!”, porque necesitamos acallar el ruido de las balas, el grito angustioso de las familias que sufren la muerte violenta de sus seres queridos en nuestro país.
Es necesario que todos los colombianos reflexionemos sobre la responsabilidad que tenemos en la transformación de esta Colombia tan adolorida que quiere ser sanada, más ahora que inicia un nuevo gobierno, se requiere que todos exijamos desde el inicio verdaderas políticas, planes y acciones que conlleven a una auténtica reconciliación, al cese de la violencia, nuevas oportunidades para el desarrollo de las comunidades, poner fin a la polarización, a la corrupción, que ha carcomido las entrañas de este país.
Mirando la realidad actual, tal parece, que el Pontífice nos conoce muy bien al expresar que “estamos demostrando que tenemos todavía en nosotros el espíritu de Caín, que mira a Abel no como a un hermano, sino como a un rival, y piensa en cómo eliminarlo”.
Una de las tareas y responsabilidades de quienes vivimos con devoción la resurrección del Señor, es buscar las herramientas, los mecanismos, las metodologías, las formas más correctas para vivir plena y dignamente, desarmar los corazones, alejar todo acto de corrupción y del narcotráfico, para dialogar sobre la base de una reconstrucción del tejido social y de la fraternidad, comenzando por el reconocimiento del otro, sabiéndonos tan distintos, pero tan necesarios e importantes.
Así mismo, es urgente que todos trabajemos individual y colectivamente por los más vulnerables, los más empobrecidos, los olvidados y esto no es tarea solo de los gobernantes de turno a quienes debemos exigirle su compromiso con el pueblo, sino también tarea tuya y mía.
No nos quedemos callados, ni seamos indiferentes frente a las violaciones de los derechos humanos, especialmente de las comunidades indígenas, los afrodescendientes del Pacífico colombiano que hoy sufren en el confinamiento en sus propios territorios por la violencia ejercida por los grupos al margen de la ley, los jóvenes que son sumergidos en las drogas, las mujeres y los niños maltratados y sufren la pobreza, aquellos que mueren de hambre o por falta de atención médica y no encuentran oportunidades para una vida digna, incluso a quienes se les ha negado el derecho a nacer.
Ahora bien, la paz se vive de manera individual y se comparte a nivel colectivo, es necesario que iniciemos la tarea personal de trabajar los odios, las envidias, los mal intencionados deseos de dañar al otro con falsas acusaciones, calumnias, señalamientos que atentan contra la dignidad y honra de las personas, utilizando las redes sociales para crear falsas noticias, sin importar el daño causado no solo a la persona sino a la familia y las comunidades. Un chisme mata al igual que una bala o un arma cortopunzante. Jesús nos invita a buscar siempre la verdad, combatiendo la mentira, pero nunca estando en contra de las personas, sino respetando y construyendo juntos la paz.
El Papa nos insiste de manera vehemente en este año que “¡dejemos entrar la paz de Cristo en nuestras vidas, en nuestras casas y en nuestros países!” y hace un fuerte llamamiento a los responsables de las naciones para que escuchen el grito de paz de la gente:
“Que se elija la paz. Que dejen de hacer demostraciones de fuerza mientras la gente sufre. Por favor, no nos acostumbremos a la guerra, comprometámonos todos a pedir la paz con voz potente, desde los balcones y en las calles”.
Que Jesús y todo su mensaje sea el motor y el impulso que necesitamos para sacar adelante la ciudad, la región y el país, porque sin lugar a dudas, soñamos con una nación pujante, equitativa, donde la vida sea posible para todos.
Desde la Vicaría para el Servicio al Desarrollo Humano Integral invitamos a todas las personas de buene voluntad seguir solidarizándose con nuestros hermanos más necesitados del Pacífico que siguen sufriendo y se requiere de un apoyo humanitario. Finalmente, la invitación es a que interioricemos y sobre todo llevemos a la acción las palabras del Papa Francisco: ¡Dejémonos vencer por la paz de Cristo! ¡La paz es posible, la paz es necesaria, la paz es la principal responsabilidad de todos!”