En la eucaristía en la Asamblea Plenaria, presidida por monseñor Luis José Rueda Aparicio, presidente de la Conferencia Episcopal, tomando el texto del Evangelio de San Marcos capítulo 8-10 y Efesios capítulo 1, que habla de la curación de dos ciegos, el prelado observó que esta lectura propone una curación de las cegueras.
“Quisiera invitarlos a contemplar este pasaje bíblico desde nuestra realidad, cada uno en la misión que el Señor nos ha confiado como pastores, el Señor nos propone en el Evangelio una curación de nuestras cegueras, él quiere darnos ojos de pastores a nosotros como al ciego de Betsaida, nos saca, nos toma de la mano y nos saca de nuestras seguridades”
Al dirigirse al colegiado episcopal, explicó que la espiritualidad sinodal sugiere salir de las inseguridades y tradiciones a las que se está acostumbrado, “salir de varias fortalezas que hemos forjado en el camino de nuestra vida, lícitas, pero que el Señor quiere que las veamos desde otra óptica”. Agregó además que, seguramente el salir de estas inseguridades causará angustia “porque todo cambió produce angustia, toda etapa nueva en nuestra vida produce angustia y nosotros lo hemos experimentado”
El también arzobispo de Bogotá, dijo que, así como el Señor sacó al ciego de la oscuridad, así también “nos saca a nosotros de las seguridades de la aldea, nos toma de la mano, nos levanta, nos anima, nos orienta, nos corrige y nos confirma en la fe” y agregó – “nos hace migrar de las seguridades, buscando la verdadera gloria de Dios, dejándonos guiar de la mano de Jesús” y esto explicó, es la sinodalidad”.
Les dijo además, que así como el ciego que no podía ver o distinguir con claridad, así también, en ese mismo paso se encontraban ellos. “Esto nos habla de la conversión en proceso a la que estamos llamados todos nosotros, primero como pastores y a través de nosotros posiblemente motivando la conversión permanente de todo el pueblo de Dios”
Concluyó, pidiendo la intercesión de la Santísima Virgen María, “que supo contemplar desde la fe su historia, en la humildad del hogar de Nazaret con José y que pudo con sus ojos contemplar al verbo eterno hecho carne, ella nos de ojos de pastores, de discípulos misioneros, ojos limpios para encontrar siempre la presencia de Dios en nuestra vida, en los hermanos, en la historia de la Iglesia y de la humanidad”.
Por: Conferencia Episcopal de Colombia